La historia de las gafas Cartier

Desde mediados del siglo XIX, la historia de Cartier está estrechamente ligada al arte, el lujo y la elegancia. Su leyenda incluye joyas como el collar de diamantes Bestiary para el maharajá indio Yadavindra Singh o el primer reloj de pulsera práctico, el Santos. Elementos que incluso Hoy en día siguen inspirando algunas de las colecciones de la marca francesa.

En 1894, Louis-François, el fundador de la casa Cartier, regresa de Rusia, donde acababa de lograr una colaboración histórica con Carl Fabergé. Al mismo tiempo, su sobrino Louis se adentraba en el mundo de la joyería como diseñador brillante y creativo.
En el París del Segundo Imperio, en 1898, cuando toda la ciudad se estaba reconstruyendo según los planes urbanísticos del barón Haussmann, Cartier se instaló en el bulevar italiano, comprando una tienda en la prestigiosa rue de la Paix, número 13.

De origen humilde, Pierre Cartier luchó en las guerras napoleónicas y fue capturado y encarcelado en la prisión de Portsmouth. En 1815, a los 28 años, regresó a París sin dinero y sin un plan. Encontró trabajo como herrero y se casó con una lavandera con la que tuvo cinco hijos. Recién salido de la escuela, envió a su hijo mayor, Louis-François, a trabajar como aprendiz en un taller de joyería.
El trabajo duro combinado con la decisión audaz de Louis-François de comprar el taller a su patrón en el momento adecuado mientras tomaba el control del mismo, puso a la familia en el camino de construir el imperio Cartier. Así nació el primer taller de joyería familiar en 1847 en medio de tiempos oscuros y con la Revolución Francesa en marcha.

Cartier imaginó el futuro de la joyería como un servicio a una nueva clientela formada por la élite de la época. La casa recibía constantemente visitas de millonarios y aristócratas, entre ellos la familia Rockefeller, Morgan y Vanderbilt. El talento comercial de Louis-François desveló a todos sus compradores que tenía el poder en sus manos gracias a sus joyas y creaciones, y estaba convencido de que los magnates americanos iban a gastar sus fortunas para poder entrar “tímidamente” en la sociedad. No se ha equivocado.
Cartier saltó a la fama a principios del siglo XX, recibiendo varias patentes reales y convirtiéndose en una de las marcas de joyería reales y prestigiosas más buscadas del mundo.

Artistas de vanguardia como Diaghilev y sus Ballets Rusos captaron su atención y su talento creativo lo inspiró a crear relojes misteriosos o a inventar el primer reloj de pulsera en 1904 para que su amigo Alberto Santos-Dumont lo usara mientras pilotaba. Este raro reloj, nuevo en esa época, se ha convertido en un accesorio de moda indispensable entre los hombres modernos, reemplazando rápidamente a los relojes de bolsillo.